A nuestra llegada, esta finca era un campo de olivos con un suelo totalmente degradado. Había sido labrado durante años y había perdido toda su microbiología y su fertilidad. Nos encontramos un suelo totalmente compactado, sin capacidad para retener humedad.
Nuestro diseño se centró en la regeneración del suelo, la mejora de la salud de los olivos y la incorporación de nuevas especies vegetales. En primer lugar, dejamos de labrar, observamos las pioneras, podamos los olivos y comenzamos a incorporar materia orgánica al suelo (café, biochar, compost…).
Posteriormente sembramos una cubierta vegetal de especies autóctonas (una mezcla de avena, yeros y veza) para ganar en biodiversidad y en retención de humedad, enriqueciendo el suelo y protegiéndolo de la erosión. En cuestión de dos años, hemos comprobado que la cubierta vegetal se resiembra por sí misma, lo que nos indica que tenemos un buen banco de semillas en el suelo.
Además, estamos incorporando nuevas especies vegetales para hacer seto, aromáticas y plantas medicinales, algunos frutales y zonas húmedas para recuperar un ecosistema lo más autónomo y biodiverso posible.